lunes, 29 de septiembre de 2008

El vicepresidente omnipresente

Autor: Orlando Barone

Si la presidenta no vuelve pronto, Julio Cleto Cobos va a continuar su programa presidencial deseándole suerte por teléfono a Antonini Wilson y enviándole una felicitación al fiscal de Miami. Y si le da el tiempo va a expresarle su solidaridad a los Estados Unidos, diciendo que no es verdad que el capitalismo cae por el efecto jazz, sino que seguirá lo más campante porque es indestructible. Lo que está haciendo Cobos, en ausencia de Cristina Fernández, es un intenso trabajo de activista opositor oficialista. Y de actor secundario que quiere robarle la película a la estrella aprovechando que la estrella, que hace poco se extravió entre los silos, está siendo “desiluminada” por la sombra de una valija.

Cobos corre maratones. Va al teatro de la calle Corrientes No se pierde la Copa Davis. Seguramente sacó entradas para ver a Madonna, estará en primera fila en la Fiesta de la vendimia y ya debe de haber mandado por su lado alguna contraoferta mejor a los bonistas. En rango de ocasional presidente recibió a Macri y a Micetti y al dirigente agrario Buzzi, y en cualquier momento llama a Benedicto XVI por teléfono y le ofrece garantías de que en la Catedral cuando él gobierne va a haber “tedeums” todos los domingos. Se entusiasmó tanto con la decisión letal de su voto granario, que quiere seguir decidiendo.

Aunque todo cuanto haga desde el poder es como un facsímil de fogueo. Sale en las fotografías pero no sale en los decretos.
En una semana de presidente, Cobos está haciendo lo que cualquier adolescente hace en la casa cuando la familia se fue de vacaciones. Travesuras, ocurrencias, ocupar la cama grande, llevar a amigos escandalosos que arman ruído en el barrio y lo hacen famoso. Pero la familia al final vuelve y él tiene que dejar la cama grande y volver al cuarto del fondo.

La ansiedad actual de Cobos se justifica, porque en lo que resta del mandato no va a poder canalizarla en su función ejecutiva. Porque su función es “desejecutiva”. Ya tuvo la máxima actividad en aquel arrebato victorioso. La lotería pasa excepcionalmente en la vida. No toca igual dos veces. Él podrá seguir multifacético y ubicuo. Podrá tener audiencias con quien quiera que sea contrario al Gobierno. Que son tantos , que van a hacer la cola más larga que hubo desde 1955. Y el 17 de octubre podrá ir a comer al Jockey Club y a poner una ofrenda floral a la tumba del almirante Rojas . Pero desde ahora a Cobos le irá siendo difuminado hasta el último suspiro de vicepresidente en ejercicio. Será como una estatua viviente.
Y acaso llegue a ser un excepcional caso histórico. El de un vicepresidente virtual omnipresente.


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