lunes, 2 de febrero de 2009

Políticos con los nervios encrespados

Para nuestros lectores de Saladillo y la zona les comento que hace unos días, Los impresentables de Vladimir Wuiovich y Ricardo Lissalde, se agarraron a los golpes en Polvaredas (localidad del partido de Saladillo) hubo un altercado entre el secretario de Gobierno Vladimir Wuiovich y el senador Ricardo Lissalde. El mismo finalizó cuando cruzaron golpes de puños y patadas e intervinieron varias personas para calmar la situación.


Políticos con los nervios encrespados
En más de una oportunidad hemos reflexionado acerca de la importancia de la tolerancia en este mundo, en el cual, sin la capacidad de diálogo, la confrontación y el caos nos horadan. Pero algunos no solamente tienen dificultades de mantener un diálogo cuando hay diferencias, sino que también pelean por sus ideas hasta con uñas y dientes si pueden. ¡Y qué perjudicial es cuando esa gente violenta ocupa cargos públicos!

La televisión atesora para los mejores momentos de rating esos videos en donde uno puede ver a congresistas de alguna parte del mundo agarrándose a las trompadas porque no entienden mucho de consenso y confrontación. Ellos y otros que no alcanzan a trenzarse en una paliza tienen problemas de contención de sus emociones ante el rival que expresa convencidísimo su oposición.

Especialmente desde varios niveles de oficialismo(Carlos Gorosito*) hay un síndrome de potestad según el cual cualquiera otra voz política, al no haber ganado las elecciones, no se encuentra en condiciones de opinar, no está a la altura, critica y no construye, etc. etc. Esa especie de reacción alérgica a las oposiciones, cuando existe, imposibilita escuchar una segunda posición que refresca la cabeza gobernante, que está alerta a las irregularidades para que no se haga vista gorda ante la corrupción.

¿Qué pasa cuando la población ve a una autoridad suya fuera de sus cabales confrontando con gritos, insultos irreproducibles y golpes? Se siente avergonzada, experimenta un sentimiento desmoralizador porque el “representante” supuestamente elegido para trabajar por el bien común ni siquiera puede contener su animalidad instintiva de marcar el terreno gruñendo y apaleando a quien también pide estar ahí. Ese es el asunto: no dejar al otro tener su espacio, no soportar dejarlo hablar y ejercer su militancia y su reivindicación.

El pueblo se siente dolido de que quienes le piden moderación, respeto y liberalidad no estén en las mejores condiciones de dar el ejemplo y tomar la iniciativa del cambio y la superación. Se supone que cada uno deba hacer su parte del contrato social sin esperar que los otros cumplan, pero lamentablemente no todos pueden actuar bien sin modelos y sin un sistema de premios y castigos que estimule el cumplimiento de las normas de convivencia.

Por Ever Quattrini

fuente:cnsaladillo

* agregado por administrador